La Pinacoteca “Diego Rivera” abre sus puertas este jueves, al trabajo de uno de los artistas más significativos de la Escuela Mexicana de Escultura, considerado por sus contemporáneos como una referencia incondicional: Carlos Bracho, cuya obra era parcialmente conocida. Luego de una exhaustiva búsqueda, es en esta muestra que con el título “Del corazón a la piedra”, en donde se reúne casi en su totalidad el registro de esculturas monumentales, así como hallazgos en pequeño formato, incluyendo la pieza símbolo de esta generación, surgida de sus manos La Raza o Cabeza India, que colocan a Bracho dentro de un referente cultural a nivel universal.
La exposición organizada por el Museo Estudio Diego Rivera en colaboración con el Gobierno del Estado, a través del IVEC y la Pinacoteca Diego Rivera, presenta esculturas de pequeño formato y fotografías de la obra monumental que se encuentra en México así como documentación que acredita el trabajo docente que Bracho realizó a lo largo de su vida, producto de una investigación que se realizó por más de dos años, en donde se logró determinar que gran parte de su trabajo tanto de la etapa europea como mexicana está desaparecida. La curadora de esta exhibición es Maria Estela Duarte
Carlos Bracho Bravo, nació en 1899, en Cosautlán, Veracruz, pertenece a esa generación de escultores que rompieron con los tradicionales cánones académicos que imperaban en su momento. Su espíritu viajero por Europa y sobre todo en París, le permite enriquecer su quehacer y al mismo tiempo adquirir un estilo propio. Su trabajo fue reconocido en la Ciudad Luz por la crítica especializada de donde se desprenden halagadores comentarios: “Bracho, escultor mexicano, tiene con qué enriquecer magníficamente el arte de su país. Bienaventurado México –exclamó- si forma en su escuela de Bellas Artes a muchos escultores del valor de éste”.
El anterior comentario, se generó luego de la exposición de 1925 en el Salón de Otoño en donde mostró sus obras Cabeza India y El abrazo. Bracho, llegó a México en 1927 por una corta temporada y realiza algunas esculturas para parques públicos. En 1931 retorna definitivamente a México e instala su taller en la calle de Justo Sierra No. 27 en el Centro Histórico de México, en este espacio ejecutó la mayor parte de sus obras, de entre las que destacan la escultura del compositor Silvestre Revueltas.
La obra de Bracho es también reconocida por el gran escultor Luis Ortiz Monasterio quien expresa: “Carlos Bracho perteneció al reducido, pero entusiasta grupo de escultores mexicanos que en las décadas de los veinte y los cincuentas lograron romper los moldes académicos que imperaban en la escultura hasta entonces, en nuestro medio, para encausar este arte por nuevos derroteros que tuvieran una mayor significación estética y una mayor proyección nacional”.
Bracho consolidó su quehacer transitando de lo íntimo a lo público, sus trabajos por encargo ocuparán la mayor parte de su producción. A través del Instituto Nacional de Bellas Artes recibe diversas comisiones para ejecutar monumentos de personajes que han marcado la historia de México, algunos de estos trabajos se localizan en: Puebla, Hidalgo, Veracruz y el Distrito Federal.
Bracho imprime en bronce o en piedra, la imagen de Hidalgo, Carranza, los Héroes de la Revolución Mexicana y de la Independencia. A esta galería se sumarán Salvador Díaz Mirón, Rafael Delgado, Josefa Murillo, Juan Sebastián Bach, Miguel Alemán y Sebastián Lerdo de Tejada, Manuel Crecencio Rejón, por citar algunos. Así, podemos encontrar próceres de la historia, músicos, poetas, juristas, políticos en esta galería humana.
En la parte más íntima del quehacer escultórico de Carlos Bracho se encuentran la exaltación de la maternidad en todas sus manifestaciones a la ternura de un pastorcito. Cabe mencionar, que paralela a su actividad escultórica, estuvo presente su labor docente durante 30 años y su entusiasta participación como miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana y del Ateneo Veracruzano.
La exposición, como siempre se ha enriquecido del apoyo incondicional de investigadores, coleccionistas e instituciones que dieron acceso no sólo a sus recuerdos familiares sino a sus acervos, como es el caso de su hijo Eduardo Bracho Solther, así como del Fondo Reservado del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA, entre otros.
Del corazón a la piedra. Carlos Bracho, se abre al público en general, del 13 de marzo al 11 de mayo próximo en la Pinacoteca Diego Rivera, del Instituto Veracruzano de la Cultura. Domicilio J J. Herrera Zona Centro. Xalapa Veracruz. Les esperamos, la entrada es gratuita.