Hace algún tiempo que vengo pensando en la forma que desaprovechamos las enseñanzas del “viejo continente”.
Mientras en Latinoamérica soñamos con tener un “carrito”, en Europa la sociedad se preocupa, por mejorar su estilo de vida, de hacer de las ciudades espacios habitables, donde sea posible la convivencia total.
Esto es el resultado de lo que han aprendido; cerrar los centros históricos para que sean transitables, no se logró de la noche a la mañana; les ha llevado varios lustros, poder comprender que depredar los recursos de nuestro planeta, en aras del desarrollo, nos esta condenando a un catastrófico final.
Cuantas veces no escuchamos los comentarios de que nuestros líderes viajan al viejo continente para ponerse al tanto de los adelantos, en materia económica, industrial, tecnológica, electoral, etc. pero regresan y olvidan poner en práctica iniciativas “verdes”.
Los autos son solo una parte del problema actual, las ciudades se han quedado pequeñas para ellos; es posible encontrar carreteras/avenidas de más de dos niveles, se invierten millones en distribuidores, segundas plantas, etc., y esto lejos de mejorar la calidad de vida, la esta transtornando.
Tengo 15 años viviendo en esta bella ciudad, pero en los últimos 5 años, se han multiplicado los autos exponecialmente. La ciudad ya no soporta tanto tránsito; si antes cruzar la ciudad nos tomaba unos 15 minutos, en estos días, esos minutos se han convertido en más de una hora.
Lo más impresionante es que, no parece afectarnos, seguimos viendo cientos de autos solo con el conductor, apilados esperando el verde para avanzar.
¿Qué pasa con los camiones urbanos? ¿No deberían de ser una solución a este problema? ¿Se han preguntado por qué no “estan funcionando”?
Los invito a compartir sus ideas.
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